Carlos era un hijo tímido, inquieto y obstinado. El 28 de junio del 2008, según su madre, su hijo Carlos se había levantado muy, muy temprano esa mañana. "¡Este niño cambia las horas de estudio cada dos por tres y va a cambiar también los hábitos de toda la familia. No hay quien pueda dorimir !" se quejaba amargamente el padre a su esposa que, rotando el cuerpo hacia la pared contraria, se abstuvo nuevamente de decir nada.
A la mañana siguiente, los padres descubrieron el cadáver de su hijo colgado del gancho jamonero en la bodega de la casa. Después, la policía encontró una nota a mano de su hijo que decía: "No encontré las respuestas".
Según la policía, en el historial de páginas visitadas por el finado esa madrugada había un listado interminable de palabras que no existían. Todas en Google.
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