Iba caminando por la ciudad, con mi Ipod, por supuesto, y dejándome embriagar por las letras y los ritmos de las canciones cuando me di cuenta de la cantidad de espacio que hay entre el Cielo y la Tierra. Y me di cuenta entonces, de que somos como ellos: delante de muchos deslumbramos, y cuando el mundo duerme, despertamos.
Es decir, que aunque la Tierra y el Cielo estén separados se necesitan mutuamente, igual que nosotros a nuestras irremediables personalidades, en ocasiones, bipolares.
H.
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